Craftman of the perfect sound
UN ARTESANO DEL SONIDO PERFECTO
XISKYA VALLADARES – Reportaje El Mundo 12/6/2011
El ‘luthier’ Antonio Morales abre su taller a EL MUNDO y revela los misteriosos entresijos de sus guitarras artesanales usadas por los mejores guitarristas baleares
Por fuera nadie lo diría. Pero al traspasar la pequeña puerta, no se entra simplemente a un taller. Es como entrar a otra época. Aquella en la que aún existían maestros y aprendices. Cuando no había máquinas sino herramientas. Y los talleres eran una escuela o casi una familia. Se trata de un pequeño taller de guitarras artesanales en la calle Hort de Torellas, en Palma.
Al entrar en él huele a madera y unas luces de bombillas de bajo consumo iluminan sobre unos bancos de trabajo, unas tablas, cuerdas, escuadras, serrucho, martillo, y un sin número de herramientas más. Su dueño se llama Antonio Morales Nogués. Tiene 54 años. Y es un luthier de esos que ya no quedan. Su maestro fue el inglés George M. Browden, afincado en Mallorca desde muy pequeño, un hombre obsesionado con el pulido interno, las medidas, la armonía y la dinámica de las guitarras. De él aprendió Antonio no sólo el arte de hacer un instrumento, sino principalmente «la búsqueda de la vibración y las proporciones que permiten alcanzar el sonido perfecto». Antes de morir el maestro, investigaban juntos. Ahora él continúa en el empeño.
«El secreto está en la construcción de la tapa y los grosores y tipos de la madera»
El último en el que trabaja Antonio es en una guitarra de doble fondo regulable. Dice que está a punto de patentarla. La muestra, pero no deja que se le haga foto por dentro, ahí donde está el secreto de su sonido.
Tampoco deja fotografiar los planos heredados de su maestro. Son los gráficos de la fórmula secreta de sus guitarras. Pero sí el de una réplica en la que está trabajando por encargo: una Santos Hernández. Sólo explica que él sigue el principio de la secuencia vibracional del monocordio pitagórico, que rige a todo lo que vibra. «Hasta el cuerpo humano», dice. «Hay una especie de secuencia en el sonido natural», explica. Su obsesión es la misma que la de su maestro: hacer que de ella salga un sonido perfecto.
Antonio explica que «la gama de frecuencias de la voz humana va de 80 a 1.000 hertzios, igual que los sonidos de la guitarra, en la que la sexta cuerda, que corresponde a una nota mi, tiene una frecuencia de sonido de 82,4 hertzios, así como la primera cuerda tocada en el último traste está en torno a los 1.000. Todos los demás sonidos están entre estos dos y se producen al ir tocando los trastes».
Pero el secreto para conseguir que una guitarra suene perfecto está en la construcción de la tapa, la distribución de los trastes, y los grosores y tipos de madera.
Lo más delicado y laborioso de todo esto es hacer la tapa. Porque conseguir el grosor y la flexibilidad adecuada de sus piezas es lo más difícil de acertar. Lo segundo más complicado es la distribución de los trastes. Antonio lo hace por cálculos matemáticos basados en la gama bien temperada de Bach. «Consiste en la distribución de la octava en 12 partes, lo que los antiguos llamaban la distribución del 18, que no era exacta, por lo que Bach le aplicó unas compensaciones que permiten una afinación más perfecta», explica el maestro.
Nadie diría a Antonio en el año 1988 cuando conoció a George que después sería llamado él mismo ‘maestro’. Por aquel entonces había oído hablar de George como un buen guitarrero. Antonio era ebanista pero quería algo más. «Yo llegué en el momento oportuno porque él tenía un puzzle de teoría e información», afirma. Se presentó en el taller de George acompañado de José Luis Veiret y con un viejo guitarret mallorquín inservible. Era la excusa para presentarse, pero sucedió lo inesperado: George se los compró. Y fue entonces cuando Antonio le pidió ser su discípulo. A lo que el inglés respondió que se lo iba a pensar y que ya le llamaría en caso de aceptarlo. Pasaron dos años sin que le dijera ni media palabra. Pero luego le recibió y pudo trabajar 13 años con él.
Aquel guitarret que le habían vendido nunca lo restauró. Lo quería para estudiarlo y hacer buenas réplicas. Mientras Antonio cuenta su historia, lo tiene en sus manos. Lo ha heredado de su maestro.
“”El ‘luthier’ en su taller. Entre cepillos, formón, garlopa, cuñas, cuerdas, gatos y otras herramientas, Antonio Morales pasa horas y horas metido en su pequeño taller, investigando los secretos del sonido perfecto y elaborando guitarras profesionales, según las fórmulas heredadas de su maestro. Un luthier de los que ya casi no quedan en el mundo. Recibe encargos no sólo de España, sino también de otros países. “”
La fórmula secreta de la guitarra recibida de George fue aprendida por éste de dos grandes maestros: el valenciano José Ortiz y los granadinos José Ferrer y Pepito Ferrer, hijo y nieto del gran guitarrero Eduardo Ferrer.
Lo primero que hace es una buena selección de la madera. Todavía trabaja con aquella elegida y guardada por George: abeto alemán que lleva unos 30 años en el taller y cedro de Canadá, con más de 50 años. Con éstos hace las tapas. Luego elige la madera de los aros y el fondo. De palo santo de India o de palo santo de Madagascar para las guitarras clásicas y de ciprés para las flamencas. A continuación escoge uno de los planos o bocetos heredados también de su maestro. Y empieza la construcción de la guitarra. Todo un proceso muy cuidadoso en el que nada es insignificantes.
Primero une las tapas con unas cuerdas y cuñas de 1964, que ya no se consiguen. Moja los aros de los lados con agua hirviendo y les da la forma con hierros calentados con gas mediante un pequeño hornillo. «La forma y proporciones son determinantes para el sonido», asegura.
Luego busca las posiciones de las barras armónicas transversales y del abanico. De esto depende el tamaño de la boca y la posición de ésta. Después coloca todas las piezas en un molde para pegarlas. Y para ello también utiliza la fórmula del pegamento de su maestro.
A continuación llega el proceso delicado de la posición del puente y de los trastes que influyen en la afinación. Tiene mucho cuidado con la inclinación de la curvatura de la tapa delantera y la pequeña inclinación del mástil hacia delante, pues esto influye también en la calidad del sonido. «Hace que el sonido no se quede atrás», explica. «La inclinación de la cabeza también es importante y su forma es el sello del guitarrista», dice.
Finalmente, da una lija fina. Dice que «lo tradicional era darle con una piedra pómez con alcohol o con cola de animal (de hueso o nervio de pescado) para tapar poros». Él pone mitad y mitad. Esta cola la hace al baño maría. Y por último, echa goma de laca tradicional.
Pero lo mejor de las guitarras de Antonio es su sonido. Testigos de ello son algunos de los mejores guitarristas conocidos: el balear Josep Sbert, la cubana Ariadna Abreu, la sueca Sabina Agnas, entre otros. Algunos de ellos incluso han grabado discos con una Antonio Morales.
Datos de la guitarra
Tiempo para la elaboración >Aproximadamente unos siete meses, aunque siempre hace tres o cuatro a la vez.
Precio de una A. Morales >Es variable. Todo depende del tipo de guitarra. Pero no bajan de los 2.000 euros.
Dónde y cómo se venden >Casi todas por encargo. Conocido por el boca a boca entre los profesionales.
Mallorquines que las tocan >Los guitarristas Josep Sbert y Javier Muñoz, entre otros.
“”El proceso de elaboración. Para Antonio Morales cada parte de la elaboración de una guitarra es importante, desde el pulido interno a la decoración externa. Él guarda los planos de su maestro que esconden el secreto de la posición de cada parte. La foto superior muestra los de una Santos Hernández que pasó de Antonio Carrillo a Ramón Montoya y que Antonio ha restaurado y está actualmente replicando. “”